Palpable impresión y agua nocturna,
Quizás mas que un enigma entre versos,
Un propicio retrato de mi consumida mente,
Mirada entrañable, allá en la noche taciturna.
Ligero el oxido que erosiona tus ocelos,
Etérea la lagrima que cae en tus muslos,
Suave la brisa que pasea entre tus hombros,
Y tan inocente la pregunta que tus ojos inquieren!
Irisaciones cítricas son mi mundo venturoso,
Con pentagramas y filamentos de carbón,
Que mas quieres tu, maldito mundo?
Pues yo solo busco tu entendimiento.
Busco las manos de quien perfile la tinta,
Busco las horas que se cuentan en los mares,
Y que de sus juramentos no se enuncia palabra infinta.
Mi consuelo es un remedio inexistente,
Una gota de vinagre en un mar de arena,
Seca, como los cadáveres que se contemplan enamorados.
Pues nunca tuvieron la dicha de tejer dos palabras.
Empatia, el cisne negro que nada sobre el espejo,
El espejo que mis brazos acarician con fidelidad.
Fortuna de ambos que orbite en un aire sombrío,
En donde libre seas de beber del río por siempre.
Observa querida, la porcelana alrededor: un fijo engaño,
No es blanca siquiera, ni mucho menos capaz de pensar.
Es un ardid que quiebra la tierra que nos divide en dos,
Dos fantasmas que no han visto ni su cuerpo pasar.
Los días han sabido desvanecer mi sudor,
Mas sin embargo, confío en que me harás flotar.
Confió en ti, en tus ojos, en tus labios.
En tu vientre y en tus sueños.
Querida, quizás amor te debería de llamar,
Amor, amor mio, amor de mis amores.