La indecision absoluta de su ardid
Entre lenguas sumisas al viento
Entendibles a largas distancias
Viajando por el lento, etereo tiempo
Como el oxido se torna al incauto ambar
Vivo rojizo ardiente quizas subsecuente
Buscando carcomer solamente y atacar
Al inocente escondido en su propia mente
Pobre de quien busque vivir en falsedad
Enfatizando la distancia sin empatia
Rebuscando encontrarse a alta edad
Sin saber de la mascara que contenia
Su mirada apacigua al desconsolado
Pero su corazon miente en silencia
Y la decepcio fortuita del esperanzado
Se derrumba como el calido incienso
Arrumbado entre la maleza crepuscular
Se cierne la mentira en su entereza
Con su veloz y penetrante espejo ocular
Estupefacto el espectador en su creencia
Quizas de dos vocales, una se revela
De un acontecimiento, seis divergen
Y la mentira esta vez
Fue la ganadora.
Amigo, te visito y me encuentro con esta belleza de poema, tan introspectivo, tan sentido, tan reflexivo y natural. Pesan las palabras entre latidos, y se aligera la mirada de pena y tristeza. El tiempo no hace sabios, él ayuda a desconocernos de pronto y a cosernos con los alternos que como Cronos construye en el silencio de todos los ruidos cotidianos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Bello poema, ya te extrañaba hermanito que gusto volverte a ver y tan reflexivo.
ResponderEliminarSaludos